La sensación de dolor intensa es mitigada por el anhelo de despertar del mal sueño. Llevo años sintiendo esa sensación de letargo y agonía. Creo que llevo años intentando despertar.
En los tiempos en que mi mamá aún vivía, todo era más fácil. Me escabullía en su cama y la vida se reiniciaba. No importaba que tanto doliera, que tan terrible fuera o cuantos problemas tuviera, siempre estaba ella y su cama que me acurrucaba de todo y todos.
Ella ya no esta.
Llevo mucho tiempo perdida, a ratos vacía e inevitablemente rota.
Ya no me siento.
Estoy expuesta, malherida, adormecida.
El dolor se afana en dejarme sin aire, ahogándome, aturdiendome.
Lloró, es inevitable. A veces llega sin aviso, me invade, tiemblo.
Me encierro. Es mi manera de mantener el dolor contenido y de evitar los coletazos de mi dolor en otros, porque se como es. Sé como soy.