sábado, 6 de junio de 2020

Capítulo 36. Inevitablemente rota

Cuando los días duelen, me quedo en cama, durmiendo a ratos y deseando despertar. 
La sensación de dolor intensa es mitigada por el anhelo de despertar del mal sueño. Llevo años sintiendo esa sensación de letargo y agonía. Creo que llevo años intentando despertar. 

En los tiempos en que mi mamá aún vivía, todo era más fácil. Me escabullía en su cama y la vida se reiniciaba. No importaba que tanto doliera, que tan terrible fuera o cuantos problemas tuviera, siempre estaba ella y su cama que me acurrucaba de todo y todos.
Ella ya no esta. 

Llevo mucho tiempo perdida, a ratos vacía e inevitablemente rota. 
Ya no me siento. 
Estoy expuesta, malherida, adormecida. 
El dolor se afana en dejarme sin aire, ahogándome, aturdiendome. 
Lloró, es inevitable. A veces llega sin aviso, me invade, tiemblo. 
Me encierro. Es mi manera de mantener el dolor contenido y de evitar los coletazos de mi dolor en otros, porque se como es. Sé como soy. 





2 comentarios:

  1. No siempre será así, pero lo malo es parte de esta vida, aveces son inevitables, dolorosas e imborrables.
    Pero más temprano que nunca aparecerá esa tranquilidad añorada, no será la misma de antes pero será tranquilidad igual.
    Animo no claudiques en la búsqueda de tu felicidad.

    ResponderEliminar
  2. Eres la mejor persona que e conocido jamás ! De buenos sentimientos, alguien que a sufrido demasiado y solo merece ser feliz, ánimo Cona, que eres la mejor de las mejores pequeña !!

    ResponderEliminar