Continuamente (si es que no es a diario) escucho a mi mamá decir: "Puedes hablar con menos garabatos", "para eso gastamos tanta plata con tu papá educándote?" bla bla bla.
La verdad verdadera, es que no se en que momento de mi vida me volví en un engendro garabatero y bueno para las shushadas. Lo peor de todo, es que me gusta decir garabatos, la palabra soez, la cosa coshina, el doble sentido; no lo puedo evitar.
A raíz de esto he realizado un análisis profundo de porque, porque me convertí en lo que soy ahora: un ser con la mente podrida y el hocico de alcantarilla (como suele decirme a veces con un tono de amor maternal inconfundible mi madre).
Bien; mi entorno más cercano son hombres; desde siempre, desde que soy chica, siempre me he juntado con muchos hombres, y esto es bien sencillo: porque tengo puros hermanos.
Mi mamá que se ha caracterizado toda la vida por ser una mujer super práctica (era de ser no ? Teniendo hijos con dos o tres años de diferencia, no estaba pa más encima andarse calentando la cabeza) decidió que mi atuendo perfecto sería jardinera y bototos. Pero no solo por un tema practico, sino porque de chica fui una guasha loca, terrible loca. Andaba arriba de los arboles, me tiraba en skate cerro abajo (lo que en una oportunidad me dejo con un tajo en la cabeza y con puntos sin anestesia.), y porque obvio, no tenia amigas, me juntaba con puros niños y ese atuendo me permitía moverme con libertad sin tener que andarme tapando los calzones al trepar los arboles o cuando jugaba a las bolitas o a la pelota. Permitía que jugara a la par con mis hermanos.
Destaco de sobre manera mi primer mundillo porque de ahí pa delante comienza esta bola de nieve. en la que termino con el engendro que soy hoy. Pero vamos con calma. Mi madre, mujer visionaria, cacho en lo que me estaba convirtiendo, algo así como una especie de marimasho, a lo que todo el mundo llama y conoce comúnmente como una Juana Tres Cocos y decidió que yo debía interactuar con más niñas, relacionarme con mujeres, haber si se me pegaba en algo lo señorita. Me metió a prekinder, en el mismo colegio donde estaban mis otros dos hermanos mayores.
El colegio mixto no se si ayudo en algo, porque me seguí juntando con hombres.La escuelita rurals, no hizo nada más que perder todo el avance que mi madre había logrado en cuatro años de lograr que fuera menos Juana Tres Cocos. Volví a la libertad, a andar a pata pelada todo el día, bañarnos en la acequia durante el verano. Me volví un mono. Dos años bastaron para volver a estudiar a mi antiguo colegio, con mis antiguos compañeros.Tres años bastaron para decidir, que no haría ni cagando la media con hombres. Tenia compañeros tan aweonaos. Me tenían chata. Odiaba a los hombres. Lo terrible de odiarlos, era que ellos (los hombres) habían sido mis partners de todo lo que llevaba de vida en este mundo, todo porque en esa etapa de la vida los hombre son muy requetecontra aweonaos.
Debía buscar colegio y esa fue la única condición que le pedí a mi mamá, por favor que no sea mixto. Y solo postule a uno, con el nombre más santo -cristiano - católico - apostólico - romano de todos.
En mi adolescencia perna y nerd, termine de desarrollarme, y convertirme en algo menos engendro. No decía garabatos, no tomaba, no fumaba, no perriaba hasta abajo. No nada. Me convertí en lo mas parecido a una señorita, pero vino la nación del fuego y ataco mi vida justo en los momentos en que yo ya estaba encarrilada en el sendero del señor. Conocí las botillerías y de paso mi primer amor: la cerveza. Es aquí, donde me separo del camino de don Jeshú, porque el multiplicaba el vino, no la cerveza, y a mi en esos años no me gustaba el vino como me gusta ahora.
Comencé a estudiar en Valpo. Valpo po, Como no quería que me descarrilara con semejante tentación. Donde podía beber desde las once de la mañana, donde había hora feliz (realmente feliz) y te vendían el copete al costo. Y fue en ese entonces donde comencé con la Mala Praxis in mai laif. Empece a fumar, a tomar y conocí a una amiga que no hila ni una sola frase sin una shushada entremedio. Fue entonces cuando a la Conífera se le soltaron las trenzas, y se lanzo a la vida. Bueno, en paralelo mis hermanos, seres de la mente sucia y perversa, fueron quienes me guiaron para que nadie me viera la cara, para defenderme de las tallas cochinas de los hombres (otros hombres) y comenzaron a interiorizarme en este mundillo del doble sentido. Y debo decir con orgullo que fui una alumna aventajada. Aprendí a responder las tallas dobles sentidos que ellos me decían o las ordinarieces .
Han visto alguna vez la cara que pone un hombre cuando una mujer le responde con algo peor a la ordinariez que ellos dijeron? Loco he acumulado en mi cabeza, mil imágenes de rostros masculinos descompuestos a escuchar tales bellas palabras salir de mi boca, para posterior, venir un silencio absoluto y una carcajada mía diciendo: "yo te lo dije, te voy a responder algo peor"
Después vino la vida laboral. Yo mujer de la risa sutil, la talla cochina y las respuestas veloces cayo parada en una obra llena de maestro piropeadores. Mis primeros partners y de los que aprendí un montón fueron los pintores. Los hombres buenos pal piropo bonito oyeee. Y yo que aprendí a no quedarme callada siempre les respondía con algo que ellos (hombre de experiencia) no esperaban. Debo reconocer que aprendí cosas peores.
Ya a estas alturas de la vida, con un cumulo de experiencias, me adecuo a los ambientes. No se si a toda la gente le pasara, pero por ejemplo, si me toca ir a un lugar donde todos son medios flaites, me pongo media flaite. Si me toca estar en un lugar mas pituqui, me comporto de mejor manera (guardando todos los chistes que tengo) Hay oportunidades, en las que de verdad vuelvo a ser la perna- nerd del colegio y me comporto; y en otras ocasiones, hablo puras ordinarieces. Me adecuo a las situaciones y circunstancias y de la gente con la que este en ese momento.
Siempre he asumido, que no fue culpa ni de mis papás, ni del colegio de monjas, ni la escuela rurals, ni los maestros de la contru; ni de nadie el gusto que tengo por las shushadas! Supongo que es algo así como un gusto adquirido. Así mismo como aprendí que el vino era rico con el paso del tiempo; así mismo fue como me fui por este camino de los ordinario y vulgar de las palabras. Y debo asumir (perdón mamita, se que esto no es tu culpa) que me gusta decir ordinarieces y me gusta la talla doble sentido.
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